Hormiggageton, Agnes Pè, 2017

En el certamen de «land art», Arte en la tierra, de Santa Lucía de Ocón (La Rioja), Agnes Pè ha buscado el lenguaje de las hormigas. Con micrófonos de contacto comprueba que estos insectos «emiten, de vez en cuando, sonidos que no son solo sus pasos». Aunque principalmente ha logrado captar el ruido que hacen al andar, inaudible para el oído humano.

En apariencia su trabajo no es el más llamativo; varios micrófonos en torno a una pieza de fruta «pocha» y plagada de hormigas.

Pero el resultado es mucho más que eso ya que los altavoces y las mesas de mezclas logran trasladar al público ese sonido de las hormigas e induce a una reflexión onírica sobre el despoblamiento del medio rural y sobre como los campos «contienen muchas cosas que no apreciamos, como ese sonido».

«Lo que ocurre en el Valle de Ocón se puede trasladar a muchos lugares de España, que perdieron mucha población por la emigración a las ciudades y quedaron casi deshabitados», explica.

Y eso es algo de lo que habla el mito griego de «los Mirmidones de Egina» en el que un pueblo quedó deshabitado y su rey le pidió a Zeus que lo repoblara, algo que hizo convirtiendo a hormigas en personas, ha detallado la artista ilerdense.

En el espectáculo acústico Hormiggagedon, una de cuyas últimas representaciones tuvo lugar la semana pasada en la Casa Encendida de Madrid ante un entregado público infantil, pese que la obra no está concebida para niños. No es un concierto al uso, sino una experiencia sonora en la que las hormigas son las protagonistas dado que generan sonido con su propio movimiento. La artista acerca los invertebrados a los micrófonos y amplifica con altavoces el ruido que hacen a través de la fricción al moverse. Esto implica que el público toma consciencia de que estos animales también “suenan”. Y es que según explicó ella misma a SEGRE, está muy interesada en la “escucha atenta”, término que la compositora e investigadora pionera en la electrónica, Pauline Oliveros, trabajó toda su vida para concienciar sobre la escucha en el entorno más próximo. La “escucha atenta” implica, para Oliveros, prestar atención a los campos vibratorios tanto en personas, animales, minerales y cosas. “Hormiggagedon es más que un concierto, es una experiencia sonora”, dijo la artista que confiesa que aunque la obra no fue pensada para niños, en Madrid disfrutaron de lo lindo. Pe, que precisamente participa en la muestra colectiva que se inaugura hoy en La Panera, Els marges, de una parte del Arxiu Javelina (aunque no con Hormiggagedon, sino con otra instalación sonora LRAX: Light Range Acoustic Xenomorph), es licenciada en Comunicación Audiovisual. Investigadora y musicóloga autodidacta, se interesa por la excepción, aquello que roza los márgenes sociales, con especial atención al entorno generador de contenidos sonoros a través de internet.

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