
Supraorganism es una instalación reactiva compuestas de esculturas de vidrio robotizadas, animadas por un sistema de machine learning (un tipo de inteligencia artificial) y elaborada a partir de datos recogidos en una colmena de abejas.
Un sistema de rastreo permite seguir el comportamiento del enjambre en determinados momentos dados.
El programa informático es capaz de deducir las velocidades, posiciones y desplazamientos de las abejas y de generar predicciones de lo que podría pasar en los próximos minutos. Además, se crea una predicción visual gracias a las redes adversas generativas que inventan potenciales “falsas” abejas.
Guardianas del equilibrio entre cielo y tierra, las abejas siempre han sido una fuente de inspiración para los pensadores. Observar su inteligencia es un indicador de nuestros ecosistemas, y se suelen invocar para entender el presente e imaginar el futuro.
Hoy, las técnicas de deducción automatizadas nos permiten interpretar una gran cantidad de datos y observar el mundo de otra manera. Supraorganism es una obra sobre la memoria de las abejas y su inteligencia colectiva. El proceso de creación se calcula a partir de esquemas de comportamiento observados y analizados por medios informáticos. A partir de los datos captados por el artista, se ha creado una red de neuronas artificiales. Este sistema de machine learning, elaborado específicamente para el proyecto, genera predicciones: una
visión de futuros posibles.
Un sistema de rastreo permite seguir el comportamiento del enjambre en determinados momentos dados.
La combinación de dos técnicas pone de manifiesto el procedimiento de inteligencia artificial. Estos intersticios predictivos se encarnan en una instalación visual y sonora. Una veintena de esculturas en vidrio robotizadas, suspendidas en una estructura de acero inoxidable, se despliegan en el espacio. Los módulos cobran vida gracias a vuestros sistemas conectados, luminosos y motores, animados por la inteligencia artificial en directo. La luz y el sonido generado nos sumergen en esta atmósfera predictiva. Gracias a sus captadores de ambiente, la instalación reacciona sutilmente a la detección de visitantes y se adapta a su presencia, como haría un organismo vivo artificial.
La naturaleza impredecible del sistema nos lleva a vivir una experiencia única. La luz y el sonido de este nuevo ser organizado reaccionan de forma simbiótica, superponiéndose y entrechocándose en una constelación estructurada, orgánica y flotante.
De este conjunto nace una forma de inteligencia colectiva, un supraorganismo que cobra vida, generando él mismo nuevas imágenes nacidas de las sombras y los reflejos que se proyectan en el espacio tiempo de la instalación.
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